¿Y si mañana no despertaras, con qué te quedarías? ¿Qué llevarías en tu corazón? ¿Cuáles experiencias estarían tatuadas en tu alma?
No podemos llevarnos ninguna de las cosas materiales cuando nos vamos de este plano. Sólo nos llevamos TODO aquello vivido; tanto lo que has disfrutado, amado y atesorado, como también lo que has llorado, te ha dolido y aquello que te rompió el corazón.
Se van con nosotros cada logro, cada conquista, cada prueba superada. El camino recorrido y el esfuerzo por alcanzar cada cumbre, a cada momento de triunfo. Nos llevamos el aprendizaje que nos dejó cada lección transcurrida. Cada paso del camino, con el estímulo de seguir pese al cansancio y desgaste. Y una vez conseguido, la satisfacción de haber llegado hasta el final, de haber conseguido lo anhelado, de obtener el éxito esperado.
Nos llevamos experiencias, tanto bellas como amargas. Tanto dulces, como dolorosas. Experiencias locas que nunca imaginamos, como aquellas que planeamos y salieron tal como las esperábamos. Nos llevamos el aprendizaje de cada día y lo que aprendemos en saltos cuánticos en situaciones complicadas.
Atesoramos eternamente los afectos, nuestras relaciones y cada vínculo. Esos sí nos los llevamos para siempre, esos sí trascienden tiempo, espacio y vida. Esos no hay manera de dejarlos pues viven en nosotros. Son energía que no se destruye, sólo se transforma en lo que nos vamos transformando nosotros mismos.
Detente, inhala, exhala… haz una pausa y pregúntate: ¿Y si mañana no despertara, qué me falta por vivir, por decir? ¿Qué me falta perdonar, enmendar y sanar? ¿Qué me falta por disfrutar? y ¿Qué me falta por amar? Que cuando llegue nuestro tiempo de partir, sea cuando hayamos cerrado ciclos, cuando hayamos sanado y disfrutado al cien cada experiencia y cada día. Que nos encontremos...
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