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La Fuerza de Papá me Sostiene

Todos somos hijos de un papá. A veces tenemos la suerte de tener un papá muy cercano, otros quizá no tuvimos la oportunidad de conocerlo o de convivir con él, pero todos les debemos el preciado regalo de la vida.

 

Quizá tenemos bellos recuerdos de la infancia o quizá no. Sin importar cómo haya sido, todos crecemos con alguna carencia, con algún dolor o herida y finalmente, una vez que nos volvemos adultos, es nuestra responsabilidad cuidarnos; enmendar cualquier error y sanarnos a nosotros mismos. De aquí en adelante depende de mí lo qué hago con mi vida y cómo elijo enfrentarla.


Puedo quejarme de la infancia que tuve, del maltrato y todo lo que me faltó, o puedo elegir ver qué fortalezas se desarrollaron en mí gracias a lo vivido y usarlas para enfrentar lo que viene.

Puedo elegir sentir dentro de mí la fuerza paterna que me sostiene, sin importar si mi padre vive o no, si convivo con él o no, ya que esa energía es parte de mi constitución desde el momento en que una célula femenina y otra masculina se unieron para darme vida.



Si yo lo reconozco en mí, puedo sentir esta fuerza en mi espalda sosteniéndome, acompañándome para tomar las decisiones correctas, dándome contención y cariño en cada momento importante de mi diario vivir.


El próximo día del padre, o cualquier fecha que te lo recuerde, date un espacio para honrar al ser que te dio su energía para completar tu vida. Puedes escribirle una carta que no necesariamente tienes que entregar y expresarle: “Gracias papá por mi vida y por la tuya, te agradezco y te bendigo y haré que tu energía en mí de el mayor fruto posible hoy, aquí y ahora

¡y para siempre!”


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