Psicológicamente hablando se define como diálogo interno a aquellas conversaciones que tenemos con nosotr@s mism@s. Esa conversación que sostenemos permanentemente dentro de nosotros y que es tan importante que define nuestras acciones y estado de ánimo, asà como eventualmente, poco a poco, va moldeando nuestra realidad.
Tenemos miles de pensamientos por dÃa pues contamos con una maravillosa capacidad de razonar y pensar. Sin duda algo verdaderamente valiosÃsimo. Podemos aventurarnos a catalogar los pensamientos como positivos y como negativos, aunque sé que es un a generalización, ayudará a enfatizar el punto a exponer.
Los pensamientos son energÃa y poseen en sà mismos mucho poder. Entonces si reforzamos los pensamientos negativos con más pensamientos negativos, el diálogo interno que tendremos será una guerra que me llevará a tener una mala actitud, a sentir enojo e ira y terminar con el ánimo por los suelos. Esto generará una realidad poco agradable.
Lo contrario también es real, si yo inicio el dÃa con gratitud y pensando que la vida es un privilegio que merece disfrutarse y aprovecharse, que está llena de regalos y cosas bellas, y alimento estos pensamientos con más pensamientos similares, mi actitud será buena y elevará mis estados de ánimo. De esta manera mi realidad irá floreciendo poco a poco.
En mi diálogo interno está cómo pienso del paÃs en el que vivo, su gobierno, su gente, su ambiente, etc. Cómo pienso de las personas que me rodean, por ejemplo, en el tráfico, en el banco, en un restaurante o en un hospital. También está lo que pienso de las personas que viven conmigo, mi familia, mis amigos. O bien de las cosas que me pasan en mi dÃa a dÃa. Sin embargo, el diálogo más importante es el que sostengo con respecto a mi mism@. Cómo me hablo, las cosas que pienso de mà y lo que me digo.
Reitero que es fundamental pues es el que va a definir la relación más importante: la que tengo conmigo mism@. Dependiendo de cómo sea esta relación, asà serán las demás relaciones, mi entorno y hasta mi salud.
Asà que hagamos un compromiso profundo con nosotr@s mism@s de ser más suaves y compasivos, de hablarnos bonito y decirnos las cosas de manera amorosa. Quizá no lo logremos de forma inmediata pero la práctica hace al maestro y asà como los músculos hay que ejercitarnos constantemente para cambiar nuestra manera de relacionarnos con nosotr@s.